Va a pasar

Y lo ves ahí, tan solo.
Acompañado, pero solo.
Y sentís su angustia, su soledad duele.
Querés abrazarlo, pero está lejos.
Lo sentís cercano, pero no lo conocés.
Y a pesar de verlo chiquito, a la distancia, sabés todo lo que le pasa.
Se siente solo. Su tristeza es enorme, como quien pierde todo pero a su vez todo lo tiene.
¿Y por qué no corre hacia su gente?
¿Y por qué no mata esa soledad dejándose envolver en un abrazo de amor?
No parece ser de los que se autoboicotean, o de los que se quieren hacer sufrir.
Algo más pasa, pero no se ve.
Pero comienzo a sentirlo.
Su dolor se vuelve propio.
Lo entiendo, empatizo con él.
Pero sigo sin conocerlo.
Y de alguna forma logro acercarme y cuánto más me acerco más me identifico.
Los sentimientos se agigantan, son cada vez más palpables, más intensos.
No escucha mi llegada a pesar de que hago ruido.
Le hablo y tampoco se gira.
Le digo que estoy acá, que no sé quién es pero que necesito abrazarlo.
Sé que es todo lo que necesita. Un abrazo, algo tan simple y tan enorme.
Porque reconfortar el alma no es cosa de palabras, es cosa de acciones, de gestos.
Y de pronto se da vuelta y no me ve, pero yo si lo veo.
Finalmente le veo la cara, sus ojos tristes.
De alguna manera veo a través de su pecho y noto lo chiquito que se volvió su corazón. como apagado.
Y lo miro a los ojos.
Y lo reconozco.
Y me paralizo.
Y recuerdo.
Y entiendo.
Soy yo.
Un yo de tiempos anteriores.
Un yo que todavía estaba en transición.
Un yo que no veía salida.
Y entiendo.
Entiendo todo.
Mis sentimientos, sus sentimientos.
Porque él soy yo.
Y yo soy él, solo que todavía no lo sabe.
Y lo abrazo y apoyo mi pecho contra el suyo, porque las palabras no tienen efecto, no podría escucharme.
Pero el amor sí, un gesto sí.
Y recuerdo aquel escalofrío y aquella sensación de que algo me envolvió.
Finalmente fui yo mismo que con un abrazo intenté sanarme, darme fortaleza.
Aquel abrazo sin palabras que dijo:
«Vas a estar bien, sos fuerte.
Todo el maltrato va a pasar.
El llanto va a pasar.
Este momento va a pasar.
Estoy orgulloso de vos, de nosotros.
Ahora no me entendés, pero con la debida perspectiva vas a darte cuenta de lo que lograste.
Y lo mejor de todo fue cómo lo lograste.»